sábado, 23 de marzo de 2013

Las Escuelas Rurales quieren vida..

Esta entrada es una defensa de las Escuelas Rurales, y por consiguiente de los Centros Rurales Agrupados ya que con el tiempo hay zonas en las que apenas hay niños y en consecuencia se provoca el cierre de los colegios rurales.
Con esta entrada quiero expresar mi opinión acerca de la educación en pueblos y sobretodo en pueblos pequeños. Yo me crié en un pueblo pequeñísimo en el que existía una escuela que no era más que dos aulas, una para NEE e idiomas y otra en la que estábamos todos juntos dando clase. Apenas éramos 14 niños: el más pequeño de 1º de Infantil y los mayores de 2º de ESO. Todos acudíamos juntos a clase, y teníamos un profesor general y otros dos, una profesora de inglés y otro de Educación Física y cuando era necesario venía un logopeda para los niños que tuvieran alguna dificultad.
Todos aprendíamos lo que el currículo exigía y a la vez, gracias a la dedicación del profesor que cuidaba muy de cerca a cada alumno y sus progresos aprendíamos más. Hace dos años se cerró la escuela porque sólo había 5 niños y ahora éstos acuden a la sede central del C.R.A. que está en otro pueblo más grande en autobús escolar.
Hablo de cómo era mi C.R.A porque creo que a veces mirar al pasado ayuda MUCHO para aprender en el futuro. Hoy día la mayoría de los niños están en la ciudad, dónde se ordenan por cursos y ciclos cada uno en su aula, con niños de su edad.
Para mí fue decisivo haber empezado mi vida escolar en el pueblo, y no la cambiaría por nada.
Cuando llegué a la ciudad a los 7 años me llevé una gran decepción ya que era como si todo me quedara grande, los profesores, las aulas...En la ciudad los niños iban con los de su edad, los mayores eran, mejor dicho, se creían muy superiores por estar en un curso o ciclo más que los demás. Algunos profesores daban por hecho que al venir de una escuela de pueblo yo no seguiría bien el ritmo de la clase...porque me quedaría grande. El impacto para mí con tan solo 7 años fue enorme. Mi tutora decidió sacarme en algunas clases para llevarme a apoyo sin darme opción a acostumbrarme al nuevo colegio. Afortunadamente, al mes volví a todas las clases como el resto ya que no presentaba ninguna dificultad que apoyar...y que además tenía en algunas áreas ciertas ventajas respecto al resto.
Con mi experiencia quiero recalcar que la educación de los niños procedentes de pueblos no es inferior a los de la ciudad. También hay que señalar, que los maestros debemos ser igualitarios y realistas, no nos tenemos que dejar llevar por lo que pensamos, sino por lo que vemos, por eso a los niños, hay que darles tiempo siempre que lo necesiten, ellos saben cuándo pedir ayuda en caso de necesitarla.
 Mis ventajas eran sobretodo en matemáticas ya que yo sabía más cosas que las que exigía el currículo; por tanto, algunas veces es muy ventajosa la educación en los pueblos.
Mi profesor en el pueblo era buenísimo, atento y profesional, pero lo bueno de estar en un aula con 13 niños más, que no son de tu edad y son mayores y menores que tú es que aprendes más a nivel personal y académico. Recuerdo que los mayores nos ayudaban a los pequeños si tenían ratos libres en lo que el profesor por ejemplo, tardaba en llegar a corregirles o explicarles cosas y además cuidaban de nosotros. Otra ventaja era que el profesor te ofrecía una formación individual te lo explicaba a tí, como si fuera una clase particular.
Y sin duda, puedo decir y presumir de haber tenido una infancia libre y feliz, en un pueblo pequeño como el mío los niños no necesitábamos estar constantemente bajo la atención de nuestros padres, íbamos por donde queríamos (porque todas las personas nos conocían y nos cuidaban) y teníamos recursos de sobra para jugar a lo que la imaginación nos llevara, sin play's, ordenadores... teníamos nuestra imaginación, juguetes y todo un pueblo por el que jugar sin que nos pasara nada, ¿qué más se podía pedir?
Por último, quiero decir que deseo que la gente vuelva a darle importancia a los pueblos, aunque sea por la salud de sus hijos, menos preocupaciones, aire libre... un paraíso para los niños.
Las escuelas rurales quieren vida.

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